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Una lucha sin enemigos

En 1978 España aprobaba su primera Constitución después de la dictadura del General Francisco Franco. Lejos de ser un país rico, España gozaba de una prosperidad económica que ahora no parece más que un sueño. Si bien es cierto que nosotros disfrutamos de algunos lujos que nuestros abuelos no pudieron tener, nuestro sistema macroeconómico y la estabilidad se han visto amenazados hasta tal punto de convertirse, la nuestra, en una sociedad al continuo borde de una nueva crisis.


En la serie Band of Brothers -que sigue a la Compañía Easy, desplegada en Normandía para la invasión de Europa durante la Segunda Guerra Mundial- el Comandante Winters, durante la noche del día D, admirando las llamas y explosiones de la batalla, promete ante sí mismo y ante Dios que una vez terminase la Guerra se construiría una casa en un lugar tranquilo y viviría en paz hasta el fin de sus días.


Pero vivimos en un sistema que no puede permitirnos vivir en paz. Y es que, escupiendo en la cara de aquellos que dieron su vida porque el resto de sus compatriotas pudieran vivir tranquilo, la democracia vive en un constante pie de guerra ante luchas imaginarias para movilizar votantes.


Lejos de producir un ambiente conciliador, los políticos amenazan la estabilidad de los países para proclamarse salvadores de los débiles. Todos los países de Europa han aumentado su deuda de forma exponencial durante los últimos años. Mientras la élite política de Bruselas lucha contra los Gigantes de Don Quijote, imprimiendo euros, euros que acaban en manos de élites que cada vez son más ricas, el poder adquisitivo del europeo es cada vez menor.



Y es que no existe, ni se le espera, un plan para rellenar ese agujero que esta clase burócrata sigue cavando, y que empezaron a cavar en una sociedad firme donde había trabajo y riqueza suficiente para vivir de forma noble. Tampoco existe ni un ápice de remordimiento por parte de aquellos que destrozaron la tranquilidad que en algún momento pudiese llegar a vislumbrarse para conseguir un poco más de poder.


Esta realidad es latente y la deuda es solo una pequeña muestra de ello. La inestabilidad llega no solo financieramente ni solo de la Unión Europea sino que llega desde todos los estratos de la clase política y su administración y a todos los niveles de vida del ciudadano. Un europeo anda por la calle menos tranquilo que sus padres, debe dedicar más tiempo al estudio que sus padres, debe cumplir jornadas más largas que sus padres, debe vivir en un apartamento más pequeño que el de sus padres, es más proclive a sufrir enfermedades mentales que sus padres y desconoce cual será la situación de su país dentro de 5 años, pues aún salimos de la miseria más absoluta para enfangarnos de nuevo en otra crisis que nos pone en pie de guerra una vez más.


Esta realidad existe y todo el mundo, a distintos niveles de subconsciente, la reconoce. Pero no sólo el que la sufre no se queja sino que muchos de los afectados la aceptan. Y es que como seres humanos nos sentimos incapaces de luchar contra aquello que no se ve o que no existe. La derecha moderna se niega a identificar enemigos para no caer en "políticas de odio" mientras que la "izquierda" se desenvuelve con soltura en un sistema hecho a medida para ellos, creando enemigos imaginarios que calan más en la sociedad que los problemas reales, porque les ponen nombres y apellidos. La izquierda personifica a cualquiera que quiere salirse de el sistema con una fobia distinta, deshumanizándolos y convirtiéndolos en enemigos reales, palpables.


Mientras la derecha moderna siga teniendo miedo de pronunciar el nombre de sus enemigos, por las calificaciones que recibirá -no sólo de la izquierda sino de todo el entramado del sistema que va mucho más allá de los políticos- la derecha moderna vagará sin rumbo tratando convencer a la masa de luchar contra conceptos, y por tanto, la derecha moderna nunca será contraria al sistema sino parte de él: disidencia controlada.


No existe una sola subversión del sistema que haya surgido sin un enemigo. La revolución francesa contra la monarquía, la revolución rusa contra el zarismo, el nazismo alemán contra el judío, el nacional-catolicismo español contra los rojos o a su vez el republicanismo contra la Monarquía y la Iglesia Católica, todas surgen como luchas contra enemigos del pueblo promovedores de los males que asolan a sus ciudadanos. Y es que el mayor logro del Diablo fue convencer al mundo de que no existe. Nuestro enemigo está tan diluido en el sistema que no existe, que no es personal, y se provee de mecanismos de defensa implantados a la fuerza en las propias mentes de los ciudadanos, que tacharán de "odio" a cualquiera que trate de ponerle nombre y apellidos a este enemigo.


No existen alternativas de izquierdas ni de derechas pues el enemigo no es una facción política sino el sistema completo cómo tal. Y mientras no sepamos identificar a nuestro enemigo no sabremos identificarnos a nosotros mismos, y por tanto, jamás sabremos luchar.

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Comments


Topillas 69
Topillas 69
Mar 05, 2021

Mucha razón!

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edoardonagio
edoardonagio
Mar 05, 2021

DIFUSIÓN.⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️⬇️

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edoardonagio
edoardonagio
Mar 05, 2021


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edoardonagio
edoardonagio
Mar 05, 2021

Muy bueno, lo comparto Whatsapp.😘.

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edoardonagio
edoardonagio
Mar 05, 2021

Magnífic.👏🏻👏🏻.

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