"Está muy bien ponerle wifis al campo, pero no habrá Plan 2050 si no tenemos casas, ni niños que se conecten al wifi, porque no tenemos hijos"
Esta frase del discurso de Ana Iris Simón, es catalogada por un periódico "de derechas" como El Mundo como "duro".
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Y no solo ellos, sino que el panorama periodístico-político español, que ya funciona como un solo ente, se ha escandalizado tanto para bien como para mal por lo que dice. Medios de derechas jalean su discurso como un "zasca" a Pedro Sánchez, porque ya saben, con Rajoy los jóvenes teníamos mansiones y familias en Orihuela del Tremedal. Medios de izquierdas sin embargo patalean contra un mensaje que consideran reaccionario, atrasado y algún adjetivo más que se le ocurra al becario politólogo ultra-oxigenado de turno.
No la conozco personalmente ni tampoco sus opiniones políticas, pero Ana Iris Simón ha sido la voz de un discurso generacional trasversal (odio usar esta palabra, parezco Iñigo Errejón), que lejos de cualquier ideología ha convencido a mucha gente. Como siempre, centochos buscan clasificar todo como Derecha e Izquierda y ya han empezado a hacer distinción entre "izquierda buena" e "izquierda mala" dependiendo de si les gusta o no lo que dicen. Pero debemos de ver más allá.
Y ver más allá es leer de la forma más sincera posible el discurso, porque vas a descubrir que no hay que ser el mejor orador ni el mejor escritor para enunciar un discurso así, porque no es un discurso brillante, ni un análisis concienzudo, ni un estudio profundo; es el discurso más normal del mundo.
Quiero una casa, vivir cerca de mi familia y tener hijos. Y eso es algo que nos han arrebatado. Y eso es algo que rompe el panorama cuando se dice en voz alta.
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Hasta que punto llegamos para considerar un discurso así como rompedor. Un punto en el que nuestra sociedad no puede encajar estas afirmaciones es un punto en el que la sociedad está podrida.
Entiendo que este artículo llegará sobre todo a gente de derechas, pero sepan que lo que nos hace estar de acuerdo con este discurso no es nuestra condición política, sino al contrario, fruto de una salud mental que es rara en la actualidad. Mirar atrás y tener nostalgia de un mundo que no conocimos nos hace identificarnos en cierta parte con el espectro "conservador", sin embargo, nuestra queja es defensa propia cuando atentan contra algo que teníamos.
Y la generación que dio pasos en esta dirección, bien por orgullo, bien por convencimiento, se niega a reconocer que el mundo esté peor, y utiliza toda clase de autodefensa ante este argumento. Al rechazar cualquier valor de ayer nos abrazamos a las degeneraciones de hoy, creando esperpentos políticos y de opinión que no tienen ni pies ni cabeza. Lo que dijo este fin de semana Ana Iris Simón no demuestra más que la estúpida politización que tenemos en España, donde no se concibe una opinión no este supeditada a un discurso político.
La "polarización" de la sociedad española son simples discursos lógicos que se salen del panorama político y que amenazan con romper con la élite de la opinión; con arrebatar a partidos, periódicos y politólogos la capacidad de decidir que opinión se puede tener y cual no. Volver a tener voz fuera de las instituciones, que cada día que pasa nos representan menos, sólo hace que la gente que aún esta politizada vea enemigos en todas partes y se agarre a los partidos como Guías Espirituales.
Dejen de agarrarse a etiquetas, partidos y organizaciones concretas. Nuestras ideas existen porque son normales. Y no normales porque sean la norma, que desgraciadamente no son, sino porque son coherentes, simples y naturales. Lo que a día de hoy está en juego no es el PIB, la derecha, las arcas públicas, la digitalización o los muertos de Zapatero a caballo.
Lo que está en juego es el modo de vida normal que nos quieren arrebatar, vida que mediante una incesante ingeniería social CONTINUA y ABSOLUTA pretenden hacernos odiar, y que a gran escala están consiguiendo. Vida contra la cual existen enemigos declarados a los que seguimos tolerando por alguna razón que se me escapa.
El mérito de este discurso no ha sido descubrir problemas sino permitirnos vislumbrar en toda su gloria una dicotomía clave.
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Los que hemos escuchado el discurso y lo hemos sentido propio pensamos así porque somos los que hemos conseguido pensar, en lugar de reaccionar, aunque irónicamente se nos denomine reaccionarios. Y los que lo han sentido como un ataque son aquellos a los que les escuece dejarnos vivir como naturalmente queremos, nuestros enemigos.
Y como tales los debemos tratar.
Tiene usted muchísima razón querido filósofo Asno.
Más razón que un asno sin duda una gran reflexión
Viva el guía Asno!
Basao el pana asno
Muy bien Asno