Este país está enfermo. Desde hace mucho. Una enfermedad profunda arraigada en nuestras raíces, una clase dominante que ha sobrevivido a repúblicas, a dictaduras y a democracias.
La enfermedad ha sido asintomática durante mucho tiempo, y se manifiesta de tanto en tanto de distintas formas, adaptándose al medio en el que se siente más cómoda: la opinión pública favorable.
Si te fijas, en España hay una raza de sanguijuelas que siempre están ahí, intentando sacar tajada de la siguiente genialidad de la clase política española, ya sea ecologista, feminista, pro-LGTB, franquista, comunista... No les importa mucho, apoyan lo que haga falta con tal de tener una parte del pastel, sea del sabor que sea. En este nuestro país, su socio favorito, aunque a primera vista nos pueda parecer nuestra querida PSOE, realmente ha sido el independentismo catalán. Éste, por sus tintes intelectuales y europeos facilita bastante mantener una jerarquía palpable e inalterable, siendo siempre los mismos los que se benefician con poco esfuerzo de una bonanza económica que drena el resto del país.
A nivel nacional, la manifestación de esta clase dominante, que sólo busca quedar bien frente al público, se ha manifestado de forma Charónida. La mujer de 50 años, sin hijos, teñida y en un puesto importante representa perfectamente el idílico mundo que quiere mostrar nuestro Estado Profundo, la España que ellos consideran buena. La mayoría de estas, por supuesto, no se ha ganado su puesto, y además trabaja bastante poco. ¿Es una representación digna de la realidad? No, es una dulce mentira en la que los Boomers han crecido, mentira que les conviene mantener.
De esta forma, en España hemos pasado a ser una Charocracia. Las sanguijuelas del Sistema han puesto un escaparate de Charos para representar la vida pública porque son la imagen perfecta de cómo se puede prosperar en España: empleo público y tragar con la PSOE. No hay más. Pero si hay menos.
Para que estas Charos logren llegar a estos puestos y puedan jugar a la Barbie política debe de haber miles de personas detrás que pierdan su trabajo, sus familias, que se deslomen, y sobre todo, que traguen. Y España ha demostrado ser un país tonto con ínfulas de culto, que tratando de crear una nación moderna e inteligente nos han colado un sistema deficiente, injusto, y además controlado por los mismos de siempre.
Esto me lleva a reflejarnos con el país de siempre (ya que culturalmente somos una colonia), pues representa perfectamente lo que quiero ejemplificar, podemos sin embargo extraer una conclusión similar de Francia. Odio Francia, odio a Macron, odio a los franceses e incluso odio los croasáns (existen miles de cosas mejores en la repostería española) pero Francia tiene un grueso de la población que comprende perfectamente una cosa: somos tontos, ignorantes, somos unos catetos.
En España no creas que vas a encontrar a nadie que reconozca que es tonto. Todo el mundo se cree de la élite intelectual por tener una carrera (aunque sea meme) y tener un puesto de trabajo (wow, aprobaste una oposición a una Administración random al que se presentaban 50 personas). Es curioso como, preguntando uno por uno, no encontrarás a la clase ignorante en ningún rincón de España, y sin embargo si preguntaras si en España hay muchos tontos todos te responderían que sí. España es un barrio donde todo el mundo tiene vecinos tontos pero nadie es tonto.
¿Y que es una masa de tontos que se creen listos? Una masa de borregos, que no quiere salirse del rebaño para que nadie les señale y les diga "¡Tonto!". España, de forma anónima, era uno de los países que menos se fiaba de la vacunación hace un año. Sin embargo, a 27 de Julio de 2021 somos uno de los países más avanzados en la vacunación donde el que no se ha conseguido vacunar hasta ahora está renovando la página de Sanidad para ver si quedan sitios libres.
En España nos falta una figura importantísima: el Tonto Orgulloso.
El Tonto Orgulloso no comprende del todo lo que pasa, pero le toca la polla cuando los panolis con gafas (que no son sino más tontos que el Tonto) le dicen lo que tiene que hacer. El Tonto odia a esa gente y se la pela si le llaman tonto. Ese tonto inspira a los demás tontos con ínfulas de listo a poder decir lo que piensan y no sólo repetir lo que dicen los intelectuales. Los intelectuales sólo son tontos que expresan su opinión más rápidamente que otros tontos que le imitan, de ahí que cambien de opinión continuamente y que el resto de tontos le sigan, para no quedarse solos.
Sin embargo el Tonto (con mayúsculas) lo ve todo bastante simple y una vez ve una cosa de esa forma, no escucha voces externas. Este Tonto asume su posición y su inamovilidad le da una perspectiva de cómo funciona todo, esta estabilidad, frente al dinamismo "intelectual", en lugar de emborrar, clarifica la visión. En Estados Unidos, de la misma forma que en Francia, existe una clase de Tontos (con mayúsculas) que no traga con las mierdas que le dicen, y que gracias a su estupidez (aunque yerran con frecuencia, evidentemente), son capaces de mantenerse firmes en el mundo de su relatividad, convirtiéndose el Tonto en el motor de la Verdad y la Cordura.
Por eso, hablo orgulloso de que soy Tonto. No entiendo una mierda de vacunas, de geopolítica, de energía ni de economía, pero sé que las estupideces que me dicen los intelectuales son absurdas y su opinión me la pela, si puedo opinar lo contrario me sentiré mejor y si algo me parece tan simple como que dos y dos son cinco lo defenderé por mis cojones.
¡Que muera la inteligencia! ¡Muerte a la ciencia!
¡Viva el Tonto! ¡Vivamos los Tontos!
Lo has clavado macho, aquí todos nos creemos más listos que los demás, pero nos la meten doblada siempre. Yo también soy Tonto, lo que me diferencia de los tontos que lo son y no lo saben. No me hace mejor mi peor, pero me hace algo más consciente de la asquerosa realidad en la que vivimos. Sigue así Asno :)